Historia de dos ciudades
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dariochinchilla@nacion.com
El arquitecto argentino Jorge Mario Jáuregui conversa sobre la "ciudad partida".
Vivimos en ciudades fracturadas. Las urbes latinoamericanas expresan una sociedad dividida entre quienes tienen dinero -y miedo de quien no lo tiene- y quienes no poseen casi nada.
Un vistazo somero por la ciudad nos revela espacios marginados: por un lado, los excluidos de los llamados precarios; y, por otra parte, el resto de la ciudadanía, que se automargina en casas estranguladas por los collares del alambre navaja, que traslada una vivencia urbana artificial a la seguridad intramuros de los mall.
La urbe, que idealmente debería ser un sitio de encuentro para compartir, es un archipiélago de incomunicación.
Sin embargo, para construir una comunidad más saludable hay iniciativas exitosas en donde, desde el cambio de lo urbano y lo arquitectónico, se pueden mejorar sensiblemente las condiciones de vida de quienes habitan en asentamientos informales, y, al mismo tiempo, adelgazan la gruesa raya que divide a la ciudad partida.
Una de estas iniciativas es el Programa Favela-Barrio, emprendida en Brasil.
Jorge Mario Jáuregui, arquitecto y urbanista argentino residente en Río de Janeiro, es uno de los ideólogos de este programa, cuyo propósito es integrar las favelas a la ciudad formal, dotándolas de infraestructura, servicios sociales y espacios públicos. El arquitecto ha emprendido exitosamente más de 15 proyectos. Jáuregui visitó el país la semana anterior por invitación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica, y a propósito de la VIII Bienal de Arquitectura. Aquí, impartió el seminario-taller Estructuración urbanística y social de la ciudad partida en América Latina. La actividad desarrolló un proyecto para las comunidades josefinas de Cristo Rey, Sagrada Familia y Barrio Cuba.
-¿Cuáles son las causas de una ciudad partida?
-El fenómeno se genera por la globalización y por las mal denominadas políticas de desarrollo que incluyen, de un lado, grandes beneficios para un pequeño sector de la población, y por el otro, grandes sacrificios para una gran mayoría.
La sociedad está dividida, y esa división se expresa en el espacio: la ciudad de la ley, con códigos, con un estatuto jurídico; y la otra ciudad, que por lo general se establece sobre terrenos inundables, frágiles o de propiedad pública o privada en condición no clara.
-¿Qué semejanzas y diferencias se pueden hallar en la urbanización informal, por ejemplo, de Brasil y Costa Rica?
-En general obedecen al mismo proceso, que por un lado genera pobreza y por el otro riqueza.
Ahora bien, la escala varía mucho. En Brasil la escala alcanzó proporciones gigantescas, ya que hay 50 millones de excluidos. En la ciudad de Río de Janeiro, donde yo trabajo, hay 1,2 millones de personas que viven en favelas. Eso significa que el problema en Costa Rica, si bien tiene la misma estructura, es mucho menor, y por lo tanto lo hace más manejable. Lo de Brasil, Venezuela y México debería funcionar como una alerta para actuar antes de que el problema se extienda.
-¿En qué consiste la "acupuntura urbana" aplicada en el Proyecto Favela-Barrio?
-Como no se tiene, ni se va a tener nunca, los recursos necesarios para intervenir la totalidad del problema, hay que estudiar casos especiales, los más graves y conflictivos, donde se hagan intervenciones de carácter articulador entre lo físico, lo social, lo ecológico y los problemas de seguridad, que puedan tener un efecto demostrativo positivo en el resto de la sociedad. Así, se estimula la formulación de políticas públicas capaces de encadenar una serie de programas que atiendan los diferentes aspectos del problema.
Es necesario que se pueda actuar puntualmente y esos casos que se concreticen tengan un gran poder demostrativo, sean de alta calidad espacial, estética, arquitectónica y urbanística, y que resuelvan realmente los problemas de ese punto en el que se interviene.
-Dénos un ejemplo concreto.
-Se puede citar, por ejemplo, el caso de estudio de este taller: el de las comunidades de Cristo Rey, Sagrada Familia y Barrio Cuba. Para estas tres comunidades, la puesta en marcha del Parque 25 de Julio tendría un carácter ejemplar. En primer lugar, funcionaría muy cerca del centro de San José; además, implica un punto de encuentro entre tres comunidades importantes que tienen una historia y una interacción social. Sería ejemplar para reunir políticas con el fin de generar trabajo y renta, tratamiento ambiental, recuperación de viviendas degradadas y retirada de construcciones en áreas de riesgo. Asimismo, abriría un nuevo frente en la ciudad, que cambiaría completamente el signo de negativo a positivo.
-¿Cuál es la importancia de la presencia de lo público en las urbanizaciones informales?
-Es fundamental, porque en las comunidades carentes hay de todo menos lo público. Por eso son importantes proyectos de carácter ejemplar. Puede ser una pequeña construcción pero con un gran valor simbólico, por ejemplo, una pequeña guardería, un comedor popular, una plaza comunitaria, etc. Esto tiene el valor de ser algo producido desde lo público para ennoblecer el espacio y puede ser tratado como una especie de monumento, de joya, de derecho a la belleza que esos lugares también tienen y con el que en este momento no cuentan.
-Son claros los beneficios de este tipo de obras para las comunidades marginadas, pero ¿qué tipo de beneficios reciben los habitantes del otro lado de la ciudad partida?
-El espacio público no solo es un asunto importante para los pobres o los marginados, sino que la existencia de lugares de encuentro, a través del trabajo, del deporte o la educación, promueve la disminución de la desconfianza entre los distintos grupos sociales.
En ese sentido, una plaza rodeada de interés comunitario, no solo es una obligación del Estado, sino que es un punto que favorece, indirectamente, a los barrios de clase media de los alrededores, porque contribuye a disminuir la violencia, las drogas, el narcotráfico, etc. Todo lugar público muy concurrido es un lugar muy seguro. El espacio público ayuda a construir ciudad: el lugar de convivencia de las diferencias.
-Usted habló sobre la importancia de la filosofía para la formulación de este tipo de procesos.
-Sí. Los arquitectos y los urbanistas no construimos conceptos, usamos conceptos que nos vienen de otros campos. En el caso de la filosofía, por ejemplo, Gilles Deleuze, nos ayuda a pensar la complejidad contemporáneamente, donde no hay un centro, sino una serie de centros interconectados. Sin ello no podemos aprehender el concepto de complejidad.
Por otra parte, en la filosofía clásica tenemos a Heráclito, que dice que lo que debemos hacer es "trabajar fraternalmente el devenir del mundo". Esto significa que el gesto de amistad, del reconocimiento del otro como diferente pero como igual al mismo tiempo, es un concepto fundamental. Esta máxima nos dice mucho de lo que hay que hacer en nuestras ciudades para evitar los alambres navaja, que realmente ofenden la civilidad.
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